Antígona Vélez
Juan Carlos Zorzi
Libreto de Javier Collazo
Estreno mundial: Buenos Aires, Teatro Colón, 17 de diciembre 1991
En algún lugar de la provincia de Buenos Aires, cerca del Río Salado hacia 1880.
Los hermanos Martín e Ignacio Vélez se han enfrentado perdiendo ambos la vida.
Ignacio, no sólo se ha pasado a los indios sino que participado en un malón que ha
atacado a la estancia “La Postrera”, defendida por Martín. Facundo Galván, que es el
que da las órdenes en la Estanca después de la muerte de Luis Vélez, padre de los
hermanos, resuelve celebrar honras fúnebres para Martin y prohibir que el cadáver de
Ignacio, el desertor, sea enterado. Mientras las mujeres rezan junto al cuerpo de Martín,
tres brujas predicen que Antígona cavará esa noche la tumba de Ignacio. Para
Antígona, Ignacio ha pagado su culpa con la muerte y ella no puede aceptar el criterio
impuesto por Facundo, quien sostiene que hay una sola ley para cumplir: ”abrazarse al
suelo pampa y no soltarlo”. “Si alguien enterrara a quien traiciono a esta tierra, más le
valdría no haber nacido”.
Ahora las Brujas tienen la visión de un caballo que va galopando ciego, cubierto por la
sangre de Antígona.
Al amanecer del siguiente día, su hijo Lisandro y el Rastreador traen la noticia de que
los pampas están al acecho. Don Facundo se queja de la actitud de Antígona a la que
Lisandro intenta defender. Lisandro y el Rastreador informan a Galván que el cadáver
de Ignacio ha sido enterrado y se ha puesto en la tumba una cruz de sauce atada con
hilo negro. La pesquisa que ordena Don Facundo revela que quien ha violado la orden
ha sido Antígona, quien admite que ha sido ella la que enterró a su hermano. Facundo
ordena a los hombres que ensillen un caballo sobre el cual Antígona deberá salir de “La
Postrera”, Lisandro le advierte que ello significa la muerte de la mujer ya que la estancia
está rodeada por los indios. Don Facundo permanece inmutable.
Tras un encuentro en que Antígona Vélez y Lisandro, se confiesan su amor, ella asume
que no podrá vivirlo. Su destino, le dice a un grupo de mujeres, debe cumplirse “para
que la pampa pueda llegar a dar flores algún día”. Al igual que la trágica protagonista
del mito helénico, Antígona Vélez es consciente de que no puede ser infiel a su estirpe.
No traicionarla es su deber y su destino.
Antígona sale de la estancia custodiada por los Hombres. Tras ella, sale un segundo
caballo llevando a Lisandro. Las tres Brujas describen la visión de dos muertos –un
hombre y una mujer- que juntos y abrazados, prendidos por una lanza “forman un solo
corazón contra el odio”. Los cuerpos de los jóvenes son llevados a la Estancia por los
soldados, que han puesto en fuga a los indios. Don Facundo ordena a los hombres
cavar dos tumbas para enterrar a sus muertos. “Si bien se mira –dice- están casados,
¡y todo el desierto se poblará de los hijos que habrán de darme!...”
Fuente: Valenti Ferro, Enzo. Historia de la ópera Argentina. Buenos Aires, Gaglianone,
1997. p.120-21